La pena y el miedo no son buenos consejeros



    Quiero explicar de forma clara y breve que la pena y el miedo no pueden dirigir nuestras actuaciones. Tal como digo en el título de esta entrada, estos afectos no son buenos consejeros.

    Si buscamos la acepción del término "pena" podemos observar que todos los significados son referentes al dolor, al castigo, al sufrimiento. Por lo tanto, no es una emoción buena. Todas las acciones que estén motivadas por este sentimiento no pueden llegar a buen término. Como ejemplo, mantener relaciones porque nos da pena de esa persona, hacer  cosas o actuar sin querer pero motivados por esa emoción.

    El miedo, por el contrario, en vez de impulsarnos a actuar, nos inmoviliza. Hay montones de situaciones que evitamos porque nos produce "miedo". Sin embargo, para que esta sensación desaparezca la única solución es hacer "eso" que nos lo provoca. Cuanto más hagamos las cosas que nos producen este sentimiento con el tiempo ese temor desaparecerá.

    Por ello, tanto la pena como el miedo son sentimientos que no nos ayudan a actuar de forma efectiva ni adecuada. Cuando nos encontremos actuando por pena, es bueno pararnos y reflexionar si exactamente queremos proceder de esa manera. Y de la misma forma cuando nos veamos que dejamos de hacer algo por el miedo, debemos pensar porqué no queremos hacerlo, trabajar con nosotros mismos y realizar "eso" que nos provoca temor.


    Es fundamental que nos movamos por otros sentimientos más positivos y que seamos libres de nuestros actos. Hay que intentar que tanto la pena y el miedo no nos impidan vivir plenamente y de forma más sana.

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