Minimalismo y psicología


    Últimamente, ando liada con el minimalismo. Desde que descubrí una serie de blogs sobre estos temas, la idea de aplicar el minimalismo a mi vida es cada vez mayor.

    El término minimalismo proviene del interiorismo y la arquitectura. Surgió en Estados Unidos durante la década de los 60 pero su explosión vendría en los años 70, reaccionando contra la corriente cromática del pop art, e invitando a un estilo más reposado donde predominan los espacios amplios y los tonos suaves. La característica principal del minimalismo es reducir las formas a lo elemental y emocionar a través de la mínima expresión.

    La imagen que encabeza esta entrada es el lema que define a esta corriente "menos es más", popularmente atribuida a Mies van der Rohe, es decir, con menos vivimos más felices, más livianamente. En la sociedad actual, estamos acostumbrados a consumir compulsivamente, a comprar mucho más de lo que verdaderamente necesitamos.
    El minimalismo aplicado a nuestra vida diaria consiste en vivir una vida más sencilla, con menos necesidad de comprar objetos innecesarios, de disfrutar de los pequeños placeres que el día a día nos depara, sin tener que hacer grandes gastos. Significa, fundamentalmente, simplificar nuestra vida.

    ¿Y qué tiene que ver el minimalismo con la psicología?
    Adoptar un punto de vista minimalista nos libera de ataduras materiales y mentales, nos hace ganar en libertad. Nos alejamos de ser un comprador compulsivo, lo cual reduce nuestro estrés y mejora nuestro estado emocional. Por otro lado, el llegar a casa y encontrarla ordenada, con lo imprescindible para vivir, hace que nuestra energía fluya, nos hace sentirnos mejor y beneficia a nuestra salud mental.
    Ser minimalista hace que disfrutemos más de la compañía de nuestros amigos, de nuestros familiares, de estar con la gente que nos hace sentir bien. También significa hacer actividades más al aire libre, disfrutar de la naturaleza, de la playa, del campo. Aferrarnos a todo aquello que nos hace feliz. Apartarnos de las prisas, del vivir agobiados, de sentirnos insatisfechos con nuestra vida. Y aprender a valorar lo que tenemos, sea mucho o poco.

    Hay un cuento relacionado con este tema que encontré en el diario El País:

    "Cuentan que un viajero fue a visitar a un sabio maestro. Su humilde morada se encontraba prácticamente vacía, solamente tenía una cama, un cuenco para la comida y poco más. El visitante observó sorprendido esa austeridad y le preguntó:  -¿Cómo es que vive con tan poco?. 
A lo cual el sabio respondió: -Tu también vas con una mochila muy pequeña. 
Ante estas palabras, el viajero alegó: -Pero es que yo solo estoy de paso, estoy viajando.
A lo cual el maestro añadió:-Yo también."



    Si alguien quiere saber más sobre este asunto, hay un libro en pdf bastante interesante llamado "El arte de ser minimalista". Aquí os pongo el enlace: "El arte de ser minimalista".

Que paséis de maravilla lo que queda de semana!!!





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